jueves, 1 de diciembre de 2011

Capítulo 1.




-Oye tú,
La chica siguió limpiando sin hacer caso.
-¡Chss! ¿Hola? ¿Me estas escuchando o estas sorda? .
Cogió la bayeta con más fuerza y empezó a frotar con ahínco.
En esos momentos le gustaría descuartizar al chico más estúpido
que había en el mundo, y estaba detrás de ella.
-¡Enanaaaaa! -Digo el chico de moda petulante .
-¿Qué demonios quieres? -Le contesto la chica cortamente mientras
se daba la vuelta para encararse con el muchacho- Si me llamas,
dilo por mi nombre.
-¿Y si no quiero? -Arrastraba las palabras de un modo desquiciante-.
-Pues te vas a hablar con la escoba, estúpido -Grito Alana mientras
agarraba lo primero que tenía al lado y se lo arrojaba con fuerza.
Ese día se había levantado de mal humor, y lo último que le aperecía
era hablar con él.
-Pero si esto es una fregona -el muchacho se rió mientras
movia la cabeza de un lado a otro- Pobrecilla, ya va perdiendo 
faculdades, ¿Sabes? Creo que es porque...
-¡Li! Cierra el pico de una vez y esfúmate -Dijo mientras le dirigía una mirada asesina-.
-Mhm... Esa no es forma de tratar al dueño de la casa.
Alana rió.
-¿Qué te parece tan gracioso? -pregunto Li esfunrruñad-.
-Que tú no eres el dueño de la casa -Soltó la chica.
-Claro que lo soy, es de mis padres, por lo tanto es mía.
-No -objetó Alana- si es de tus padres, es de tus padres y punto.
-Pues discrepo -Li puso la fregona en su sitio- si es de mis padres,
también es mia, porque soy de la familia.
-Bah... -La chica no tenía ganas de hablar- Lo que sea, ¿Qué querías? .
Li se la quedó mirando con aquellos ojos verdes intensos y ella
intentó apartar la mirada de él, pero era imposible. Siempre le pasaba
lo mismo con aquel insoportable chico.
"Es una pena" -pensó Alana- que un chico tan mono sea tan estúpido, sin remedio" .
Li era lo bastante alto, atlético, y con una melenita que le caía hasta
por encima de los hombros, de pelo negro como el mismísimo carbón, que hacia
que se le resaltaran esos ojos verdes, rasgados, con unas pestañas largas
por las que cualquiera mataría. Y luego esa sonrísa tan bonita con unos labios carnosos.
-Pues mira -empezó Li- quería llamar tu atención para que me escucharas, luego te has 
desquiciado, cosa que me divierte mucho, y con lo
que no contaba por cierto, y ahora que tengo tu atención, quiero que me
traigas un batido de papaya.
-Pero si a ti no te gusta el batido de papaya -Habló Alana sin comprender-.
-Mhm... -Se quedó pensando- Tienes razón, pues entonces mejor uno de vainilla.
Alana se le quedó mirando con cara de pocos amigos.
-Cógelo tú -Le espetó-.
Odiaba que Li le diera órdenes de lo que tenía que hacer. Siempre
le hacía rabiar y eso la ponía de los nervios.
-¿Qué pasa aquí? -pregunto una voz muy profunda desde la puerta de la cocina
Los dos gritarón y vieron al señor William. A Alana, el señor William le caía muy bien
y siempre lo había considerado lo más parecido a un padre, ya que cuando era pequeña
y la familia Blackborn la habían acogido a su casa.
El señor Wiilliam era muy alto, atlético, como su hijo y parecía más jovén de lo que era, tenia 49 años.
-Papá... -Empezó Li.
-¿Ya estáis discutiendo de buena mañana? -El señor parecía como si hubiera
pasado por aquello más veces, y la verdad, tenía razón. -¿Es qué no podéis parar ni siquiera
los fines de semana?.
-Sólo le estaba pidiendo un batido de vainilla a Alana- Contestó su hijo con cara de no haber roto un plato en su vida-.
-Me lo ha pedido de malas maneras, y se ha puesto a molestarme, así que le he dicho que se lo coja él.
El señor William los miró a los dos através de las gafas con sus ojos marrones verdosos pensando si valía la pena
decir algo cuando alguien se adelantó:
-Liam Blackborn -sóno una voz autoritaría- coge tú mismo el batido, que no estas manco
¿O es que te ha entrado alzhéimer y no te acuerdas dónde está?.
Liam resopló.
-Mamá, tu siempre tan simpática -le sonrío ironicamente-.
LA esposa del señor William, Eleonorah entró por la puerta de su habitual
traje formal que vestía hasta para quedarse en casa.
-Por el amor de Dios -dijo el señor William mientras se apretaba el nudo de la corbata
y se ponia la chaqueta de su tweed bien-.
¿Es que nadie en esta casa dice buenos días por la mañana?.
-Buenos días- Soltarón los tres al mismo tiempo.
-Gracias, eso está mejor.
-Bueno, ¿vas a coger el batido, Liam?. -Le espetó Eleonorah a su hijo - Ya que vas, traéme una manzana.
-Ah, claro -contestó muy indignado Li- Todo lo que hago o digo está mal, pero a ella no le decís nada de
su indumentaría -terminó como si se le acabara de ocurrir en ese mismo instante.
-¿Y ahora por qué saltas con mi uniforme? -preguntó indingnada la chica.
-Eso no viene a cuento ahora, Liam . -contestó Eleonorah -¿Qué le pasa a su uniforme?.
-Que no es como el del resto del servicio.
Y tenía razón, ya que el uniforme de Alana era como el resto
pero ligeramente personalizado. Era un vestido de tirantes, un delantal blanco atado a la cintura,
con unas botas negras y cordones que le llegaban hasta las rodillas, con medias de rejillas y en vez de moño,
tenía el pelo largo recogido en dos trenzas que le caían hasta las caderas.
-Es que Alana no es como el resto del servicio, es de la familia -Habló muy serio el señor William.
-Ya pero a ella le dejas hacer lo que quiera, y a mi me tratáis como un crío -protestó Liam con las mejillas encendidas-
-Es que eres un crío mimado . -Le recriminó Alana.
-¡Ya basta! -gritó Eleonorah. Después se llevo la mano a la sien y dijo - Alana,
¿Serías tan amable de coger la ropa de la lavadora y tenderla por favor?.
-Claro -Respondió.
Se dio media vuelta y cuando fué a salir por la puerta escuchó decir a Liam:
-Bah, vaya mierda. Me voy, he quedado con mi grupo, volveré más tarde.
-Liam, ven aquí. -le ordenó su madre, pero su hijo no le hizo caso- ¡Liam! .
Cuando Alana ya estaba en el recibidor para subir por las escaleras, Li le dio un empujoncito
con el hombro por detrás haciendo que la chica casí cayera.
-¿Pero a ti qué demonios se te pasa por la mente? -re recriminó ella.
-¿Te vienes conmigo y damos un paseo? le dijo él sin hacer caso a su anterior comentarío - Ah no,
es verdad, tienes que quedarte aquí limpiando todo el día... - se burló mientras le sacaba la lengua.
-Liam, ¡vete al infierno! -le gritó Alana mientras lanzaba con todas sus fuerzas una pastilla de jabón que
tenía en la mano.
Antes de que el proyectíl diera en el bolanco, el chico salió a la calle y cerro la puerta rápidamente de un golpe.
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Liam todavía se reía de la reacción de Alana cuando le sonó el móvil.
-¿Se puede saber dónde estás? -inquierrió una voz através del móvil.
-Hola a ti también Mousy, ¿Qué tal tu vida? -contestó burlonamente.
-Tío, no mr vaciles, dónde estás.
-Tranquilo, no le alteres, ya voy de camino.
-¡Cariiiiii! -Sonó una voz estridente que no era la de Mousy y Liam suspiró.
-Hola, Ashley -dijo cansinamente.
-¿Te falta mucho para llegar? -dijo con voz melosa-.
-No te preocupes, ya estoy llegando -respondió con satisfacción- si miras a tu izquierda, verás tanta belleza
que acabaras deslumbrada.
Por el teléfono sonó una risa un tanto tonta.
Liam giro la esquina y se encontró con sus amigos sentados en el poyete de la fuente.
Ashley saltó con un gritito y salió corriendo hacía él, dandole un beso más cerca de la boca
que de la mejilla.
Liam apartándola sonrojado fué a saludar a sus otros dos amigos: Gun y Mousy.
Mousy, que estaba sentado de brazos cruzados, le dedicó una mirada de reproche con sus pequeños intentos 
ojos de color azul claro; por el contrarío, el grandullón de Gun, con una sonrisa bonachona, le recibió 
dándole una fuerte palmada en la espalda que hizo perder el equilibrio a Liam.
-¿Qué hay? -saludó.
-Tío, ¿Por qué llegas siempre tarde si eres el que vive más cerca? -señalo gun sonriendo-
Te crees acaso "el gran maestro Kakashi"?
Liam vio de reojo como Ashely ponía los ojos en blanco.
-Las estrellas siempre llegan tarde, además estaba teniendo una interesante charla con Alana -dijo sacorranamente.
-Tsh! ¿La sirvienta?, el servicio no debería relacionarse con sus señores -comentó Ashley despectivamente.
Liam fué a contestar cuando Mousy prguntó:
-¿Qué planes tenemos para hoy?.
-¿Qué os parece ir al cine antiguo? creo que hoy echan "Star Wars III, la venganza de los Sith" -Dijo Gun con los ojos brillantes.
-Pff, Gun por favor, no seas friki -señaló Ash torciendo el gesto- 
¿No podemos ir a ver "Pretty Woman"?
Los tres chicos se mirarón a la vez y dijieron :
Nooooo, preferimos "Star Wars".
Fueron al cine y después se pasaron toda la tarde en las cartas de "Maya's Café".
Al anochecer, Liam se despidió de todos, no sin antes recibir un fuerte beso de Ashley.
Mientras Liam caminaba por la plaza central del pueblo, pensando en el mal presentimiento que había tenido
toda la tarde. Convencido 2de que era producto de su imaginación, iba sumido pensamientos cuando chocó con aguien.
-Aprende a caminar, niño -Dijo cortantemente una persona.
Liam iba a discuplarse cuando al mirar a aquella persona, se quedó helado.
Aquel mal presentimiendo que había tenido durante toda la tarde se hizo realidad.
¿Qué hacia él aquí? ¿Por qué había vuelto?
Y una vez más, sus peores pesadillas volvieron.
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-Alana, ¿Puedes venir un momento a ayudarme a elegir una corbata? -preguntó
amablemente el señor William desde la puerta de su dormitorío.
Alana que estaba en el pasillo sacando brillo a los candelabros se dirigió hacía la habitación.
-Necesito una pequeña ayudita, no sé si ponerme la azul marino o la de cuadros... -Dijo mientras se las probaba-
¿Cual te gusta más?.
-La azul marino, le hace juego con la camisa.
-Eso pensaba yo... ¿Puedes ayudarme con el nudo?, siempre he sido un poco torpo con esto.
Alana sonriendo cariñosamente fue a ayudarlo.
-Por cierto, llevas toda la tarde un poco inquieta, no habrá sido por Liam, ¿No? , sabes que le encanta
meterse contigo.
-No, no se preocupe, no es nada.
-Sabes que puedes dejar este trabajo cuando quieras, ¿Verdad? 
Eres una más de la familia y no tienes porqué estar trabajando para nosotros -comentó el señor William-.
-Lo sé, pero quiero hacerlo, es mi forma de agradecerlo a cuanto habéis hecho por mi desde pequeña.
No me gusta deberle nada a nadie.
-Pero si no nos debes nada, te queremos igual que a una hija, además...
-¡William! tenemos que irnos, la limusina nos espera. -Interrumpió Eleonorah entrando
en el cuarto con su traje de gala.
-De acuerdo, querída -guiñandole un ojo a Alana- Nos marchamos a una reunión a la ciudad, no nos esperes despierta.
Cuando los señores Blackborn salieron de casa, Alana se desplomó en su cama suspirando.
Había estado todo el día trabajando, y para colmo había discutido otra vez con Liam, y así llevaba 17 años de su vida.
Cuando era muy pequeña, sus padres murieron y sus mejores amigos, los Blackborn se ocuparon de ella.
No tenía a más familia, a parte de su abuela a la que no había visto en su vida y que no se había preocupado por ella 
en ningún momento.
Ellos la criaron como si fuera una más de la familia: le dierón una casa donde vivir, una "familia" a la que queres,
incluso una manera de ganarse la vida.
A pesar de todo, ella no acababa de sentirse cómoda, no podía olvidar el hecho de tener una abuela que no se 
preocupaba por ella.
Por eso, a pesar de apreciar mucho a la familia Blackborn, tenía muy claro que algún día se marcharía para encontrarla y aclarar
las cosas con ella. 
Llevaba todo el día encontrándose mal, y había acabao acalorada.
Cogió su mochilla con la toalla y el bañador y se dirigió hacia la piscina.
Por el camino seguíaa reflexionando sobre su vida, sobre los Blackborn, y sobre Liam.
No llegaba a entender como de una familia como ellos habia podido nacer una persona tan creída,
prepotente y estúpida.
Es cierto que desde pequeños se habían llevado muy bien, habian sido amigos, 
pero todo había cambiado. Al cumplir los 10 años Liam, había empezado a tratarla de manera diferente,
se habían distanciado. Desde entonces, se llevaban como el perro y el gato.
Acababa de llegar a la puerta de la piscina. Cuando fue a abrirla se encontró con la cerradura atascada,
seguramente había vuelto Liam a jufar a atorar las cerraduras, así que la forzó con una pinza que se había llevado
por casualidad.
Una vez dentro sintió esa familiar sensación de tranquilidad, el olor a piscina le tranquilizaba.
Le encantaba colarse en la piscina por las noches, cuando estaba vacía y tirarse horas y horas nadando.
Se acercó al baño y se cambió. Dejó sus cosas allí encima y se acercó a la piscina.
Primero probó con el pie el agua, estaba fría, muy fría. Le encantaba sentir la sensación de agua fría sobre su piel, notar como
se le ponía toda la carne de gallina.
Se soltó las dos trenzas y se tiró de cabeza a la piscina.
Era muy refrescante, aunque seguía un tanto extraña, ya que ni siquiera
el agua fría podía refrescarle.
Necesitaba nadar, aunque fuera a despejarse un poco. Pronto empezó a bucear
y a sumergirse durante más tiempo para ver si se le pasaba un poco esa extraña fiebre, pero ni así lo conseguía.
Seguramente se tendría que tomar algún medicamento de esos asquerosos para evitar ponerse peor y sólo de pensarlo
el estómago se le revolvía, así que intentó concentrarse en otra cosa.
Volvió a la superficie para tomar aire y miró hacia el cielo. Realmente había una noche muy bonita,
el cielo estaba estrellado y había luna llena... de repente apareció una estrella fugaz, y pidió un deseo.
Deseó poderse irse pronto de allí y poder vivir su propia vida, sin que nadie se metiera con ella, 
sin tener que deberle nada a nadie, poder ser completamente libre.
De mucho mejor "humor" se puso a nadar.
Así se tiro un buen rato, nadando y pensando en sus cosas. Se puso a flotar a su antojo.
Cerró los ojos y se puso a pensar:
Ella siempre había sido una chica seria, maduera para su edad.
Cuando todos los niños se juntaban en la plaza del rio para jugar,
ella prefería quedarse apartada, mirando , encontraba sin sentido jugar con muñecas o pelearse
con palos, o fjugar a fingir ser mayores...
Nunca había tenido demasiados amigos, y por la calle, en aquella época recordaba
cómo mucha gente se la quedaba mirando como si esperaran que hiciera algo u ocurriese algo.
Con el paso de los años había empezado a acostumbrarse.
-¿Con qué ahora, aparte de rarita, te cueltas en nuestra piscina de noche, no? -Dijo una voz divertida junto a la piscina.
Alana, asustada abrió los ojos y giró bruscamente la cabeza hacía la voz.
-Tranquila, que sé que te atraigo, pero tampoco para mirarme así -Era liam, estaba sentado en el bordillo de la piscina y le guiñaba
un ojo.
-Piérdete -comentó Alana molesta mientras salía de la piscina.
-Por mi no hace falta que salgas, te puedes quedar ahí, de hecho, si me lo pides de esa manera, me puedo bañar yo contigo -contesto
Liam burlosamente.
-¿Qué pasa? ¿Qué ahora te dedicas a espiar jovencitas adolescentes mientras nadan en la piscina?.
-A las demás chicas sí, a ti no -contestó señalando despectivamente- eres demasiado rara.
-Pues entonces, lárgate -le dijo mientras cogía la toalla y se secaba- antes de que te pegue mi rareza.
-Esta es mi casa, y yo decido si me voy o me quedo, la que se debería ir a su cuarto eres tú.
Alana se rió.
-¿Ahora te has convertido en padre de repente? Me voy a mi cuarto si me da la gana... -se puso encima del bikin el pantalón corto
y una camiseta de tirantes ancha.
-Te vas cuando yo quiera -dijo bruscamente.
-¿Y qué vas a hacer, obligarme? -se burló Alana mientras hacía un gesto burlón.
-Pues podría -afirmo serio mientras daba un paso hacia delante.
-Intentalo y eres niñato muerto... -advirtió la chica.
-Oh... Alana la "rara" se ha enfadado.
-Pues ahora que lo dices, sí , -comentó- estoy harta de que siempre andes dándome la brasa, de que seas tan estúpido y de
verte tooooooooooodos los malditos días, de que seas un asqueroso niñato mimado y de que...
-¿Qué me has llamado? -habló Liam mientras lentamente se le encendian las mejillas y se acercaba.
Alana sonrió fríamente contenta por haber dado en su punto débil.
-Asqueroso-niñato-mimado-de-papá -repitió lentamente como si se lo estuviera explicando a un tonto.
-Repite eso si te atreves -la amenazó.
-¿Es qué ahora aparte de estúpido, eres sordo? -Sonrió maliciosamente.
-Por lo menos yo tengo padres, y una abuela que no se avergüenza de mí -se mofo liam cruelmente mientras soltaba una carcajada.
A Alana le sentó como si le hubieran dado mil puñetazos en el estómago, le había dado donde más le dolía,
y empezo a cabrearse de verdad. Empezó a notar que se le subía la temperatura y su cabello se ondeba como si hubiera brisa.
Pero no había.
-Que... ¿Te ha comido la lengua el gato? -sonrio burlón Liam.
-Retira lo que has dicho -exigió la chica.
-No, es la verdad, y no todo el mundo es capáz de asimilarla.
De repente, del agua empezarón a surgir burbujas que explotaban al llegar a la superficie, el ambiente
empezó a estar muy cargado.
Liam empezó a sudar y a sofocarse. La temperatura había subido de repente.
-No pienso tolerar que un niñato como tú, que solo vive de sus padres, ose comentar sobre mi vida.
¿Quién te crees que eres? No eres nadie.
Liam empezo a ponerse más rojo. Apretaba la mandíbula con fuerza y empezarón a temblarle las mano, que las tenía
cerradas en puños.
-¡Pero si tú nisiquiera tienes vida! -gritó Liam- Te dedicas a limpiarnos la casa, eres nuetra sirvienta, no tienes amigos,
no tienes familia, no tienes a nadie, eres una amargada que no se le puede decir nada...
-Basta -emepzó Alana fueriosa- para de una vez o te arrepentirás.
-... eres una idiota que no se da cuenta del cariño que tiene en esta familia,
desde que llegaste no has hecho más que estorbar, mis padres van a terminar odiándome por tu culpa,
¡NO DEBERÍAS HABER NACIDO NUNCA! -comentó gritando Liam enfurecido.
El tiempo pareció detenerse, Liam se dio cuenta de lo que habia dicho y se le cambio la cara por completo,
del rojo pasó a blanco absoluto.
Alana se quedó parada, asimilando lo que habñia escuchado.
Nunca habia imaginado que aquel chico fuera a decir lo que habia dicho. Cualquier cosa menos aquello.
Alana notó que dentro, muy dentro de su interior, algo se quebraba, ¿Su alma?,
¿Su corazón? Lo ignoraba. Lo único de lo que estaba segura es que todo iba a cambiar. Todo.
-¿Qué... has.. dicho? -la chica habló muy bajito. Su voz parecía haberle abandonado.
Liam tragó saliva.
-Alana.... -empezó.
-¡BASTA! ¡NO QUIERO QUE PRONUNCIES MI NOMBRE! -gritó como nunca
habia gritado. Su cabello comenzó a moverse como si hubiera un vendaval- 
¡TE ODIO!.
Entonces un fuego abrasador salió de todo su cuerpo, repartiéndose a su alrededor y lanzando
a Liam a tres metros hacia atrás, cayendo de espaldas en el suelo.
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De repente, notó que una fuerza lo golpeó en el pecho y lo lanzó varios metros atrás.
Sintió un fuerte golpe en la espalda. Se levantó rápidamente y se quedó mirando a Alana sorpendido.
La chica estaba muy pálida, los pelos se le pegaban a la cara y estaba sudando.
Respiraba fuertemente como si hubiera estado corriendo una maratón y su cara era de asombro total.
Finalmente no pudo más y se agarro rápidamente al palo de la sombrilla para no caer. 
Se aferraba con todas sus fuerzas para evitar caer al suelo, y Liam notó que Alana
estaba temblando de pies a cabeza.




El fuego interior había desaparecido, se había ido.
¿Qué había pasado? Miró Alana a la piscina, y se dio cuenta, sorprendida, que la mitad del agua
se había evaporado, y el aire estaba más asfixiante que antes.
Seguidamente miró a Liam: Estaba muy pálido y tenía un corte en la mejilla
que le sangraba.
Escuchó que él susurraba algo, mientras se levantaba tambaleándose y avanzaba hacia ella cada vez
con más apremio.
Cuando ya estuvo a un metro de distancia, entendió lo que susurraba.
Tenía una expresión anhelante en el rostro.
-No te vayas... -repetía una y otra vez.
De pronto, sin previo aviso, se le echo encima reteniéndola entre sus brazos.
Alana, sorprendida, se las arregló para deshacerse de sus fuertes brazos.
Pero él seguía intentando agarrarla. Alana asustasda, le dio un fuerte empujón haciendo que
el chico perdiera el equilibrio y cayera al suelo. No se lo pensó dos veces y empezo a correr.
Liam la siguió llamándola por su nombre.
-"Esta loco"- Pensó Alana - "Completamente desquiciado".
Salió de la casa, y llego hasta la plaza del río.
De fondo escuchó pasos, Liam le estaba siguiendo, por lo que decidió esconderse detrás
de un coche. Se quedó allí escondida con la cabeza entre las rodillas, mientras oía a Liam llamarla una y
otra vez. Daba igual cuanto la llamase, no iba a salir. Se sentía como si estuviera en el fondo de un pozo,
hundida y lejos de todos, como si nunca fuera a salir de aquella agua negra, como si nunca fuera a sentirse bien.

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